Cuando el sol,
los árboles
que bailan en el viento…
Cuando las
ventanas
abiertas o cerradas,
iluminadas o no…
La golondrina,
su nido
y la flor…
Cuando la música,
el rocío,
la niebla que envuelve o
en mitad de la noche
el estallido del silencio,
su estruendo…
O cierto día al
caer la tarde…
O los pájaros anunciando
el alba…
Cuando la lluvia
golpea alegre
como queriendo entrar,
o se desliza como letanía sobre la claraboya
de la buhardilla…
Cuando el
recuerdo de un gesto, de una palabra,
su silencio,
su lejanía,
su perfume que no me abandona…
Entonces sí,
claro…
“Vamos,
que
todo duele…”
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