Le deseo,
no un buen comienzo de año
porque sería poco.
Le deseo
el viento, la lluvia fresca,
las madrugadas misteriosas,
el rocío en los pies descalzos,
los buenos sentimientos,
las flores silvestres,
los bellos recuerdos,
las locas esperanzas.
Le deseo
que la belleza la haga llorar,
que la emoción la invada
hasta lo más hondo de su ser
cada vez que mire el cielo estrellado
o una música sutil, desesperada, o
un canto nacido del alma se derrame,
generoso, sobre su humanidad.
Le deseo
pueda descifrar
lo que dice el río que corre,
o la brisa en los árboles,
o el silencio ensordecedor de los bosques y
la fosforescencia del mar
en las noches sin luna.
Le deseo
la bondad,
y la ternura,
y la mirada de los niños,
y todos los misterios
que pueblan nuestros sueños.
Le deseo, por lo menos
todo esto, y por la eternidad.
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