dimanche 26 avril 2015

Aeternitas


Amor
otra vez atacaste.
Artero  
impiadoso
traicionero...
Una vez
me hirió tu envestida.
Cerró la herida
pero dejó su marca terrible, 
grito callado. 
Después supe de tus disfraces,
múltiples artificios...
Eludí tus anzuelos
-fogosidades, languideces juveniles
o crepusculares-
pasé entre ellos.
Te recordé con temor.
Por esquivarte  pacté,
concedí pasajeras melancolías
o bellezas evitables.
Y para calmarte fui duro,
ejercí ternuras, bondades previsibles.
Acepté novedades,
algún brilloso cotillón.
Fui prudente.
Por no tentarte,
mi tristeza, mi hastío,  mi indiferencia.
Vigilabas,
pero mi corazón seco como hojarascas de invierno.
Espiabas,
aunque yo, ciego de hermosuras,
mudo de decires o cantares.
Veías 
qué inmune a la primavera
y sus perfumes,
qué inhibido de placeres...
Te creí saciado de mi, de mi amargura.
Me creí olvidado de tus trabajos.
Pero un día
descubriste en una partícula
de un átomo
de mi corazón estragado 
-única sobreviviente
del último naufragio-
un latido tenue
pequeño
escondido
persistente...
Fue suficiente.
Te moviste sutil, efectivo,
ágil.
Encontraste lo justo,
necesario.
Un reflejo,
una mirada escondida,
un instante en la tarde...
Casi con displicencia arrojaste
tu dardo invisible,
secreto,
silencioso.
Te fuiste seguro de vos,
de tu crimen, de mi desastre,
mi endeblez,
desnudo de defensas,
desguarnecido,
desamparado.
Ah!
Otra vez el desasosiego
el ansia
desesperos
desdormires
tristes atardeceres 
noches muertas.
Tu veneno
Amor
que no mata
pero duele
hiere
pero cura
incita
pero ridiculiza
abuena
pero castiga
ilumina
pero ciega.
Otra vez la espera
un signo
una mirada
un gesto.
Lágrimas secas.
Inviernos grises,
lloviznas de melancolía,
soledades.

"Déjame en paz, Amor tirano, déjame en paz..."  



 Sábado 25/04/2015, elprofe













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