Durante
su última primavera, en 1959, Boris Vian soñaba renovar junto al dibujante
Siné, el arte de las imágenes de Epinal. Se lo veía, -a Siné, evidentemente- como al ilustrador y a Boris como al encargado de la moraleja de
la historia. La
edificante vida del Doctor Schweitzer, que Gilbert Cesbron, con su obra “Es
medianoche, Dr. Schweitzer” había hecho entrar entre la gilada y los peluqueros
gracias a las revistas semanales de actualidades, debía constituir la primera
plancha de la serie.
El Dr. Schweitzer, pastor protestante, había instalado en Lambarené, Gabón, un hospital hecho con lo que encontró a mano, donde curaba negros “manu militari”. Se gratificaba de eso tocando Bach en el órgano. Largo tiempo ignorado (cómo se hubiera podido creer que era su deseo), el pastor Schweitzer, descubierto por jóvenes muchachas millonarias curiosas, deseosas de efectuar un cursillo de capacitación de varios meses de duración a la cabecera de la humanidad sufriente, devino luego de la guerra el héroe de una prensa comúnmente dedicada al culto de las familias reales, de los campeones de ciclismo y de la nalga femenina legalmente comercializable. Fue un hallazgo, ya que indudablemente, el personaje reunía en una misma persona tres potentes factores de interés periodístico: la cirugía (la sangre! la sangre!), el exotismo, condimentado de erotismo (negros en pelotas) y la mística cristiana enfrentada a los chimpancés. Condicionada, la opinión pública francesa lo habría beatificado con gusto (si no hubiese sido protestante) . Numerosos viajeros de retorno de Lambarené lo tenían por un sombrío zopenco y una nulidad en el plano de la medicina. Sus trabajos de musicografía (porque se creía musicógrafo) son mediocres. A la vejez (murió a los noventa años, en 1965), el anacoreta –que al comienzo quizás lo haya sido- mutó en un hábil farsante que se hacía fotografiar con todos sus disfraces en su dominio de Lambarené. Por una inquietante aberración ese representante tipo del colonialismo “rugoso pero paternal” recibió en 1952 el Premio Nobel de la Paz.
El
poema de Boris Vian fue revelado por el inestimable Dossier 12 del Colegio de
Patafísica de junio de 1960.
Noel Arnaud
Ya sea
medianoche, ya sea mediodía
Usted
me hincha las pelotas, Doctor Schweitzer.
Si
usted entra en la leyenda
Póngase
suelas de caucho
Sus
zapatones de viejo tramposo
Hacen
ruido en el pedregullo.
En la
vanguardia de los canallas
Se
cubren con su imagen.
Doctor
Schweitzer, para qué quiere usted
Volver
a encolar a esos negros
A los que
mañana volverán a descolar?
Quédese
en sus templos de pacotilla
Toque
el órgano con sus pies
Estudie
Bach si se le canta
Pero
sepa que hace cien años
A lo
largo, a lo ancho y de través,
Ya sea medianoche, ya sea el mediodía
Usted
me hincha las pelotas, Doctor Schweiter
Era importante que eso fuera dicho...
Boris Vian traducción: elprof
Era importante que eso fuera dicho...
Boris Vian traducción: elprof